miércoles, 7 de agosto de 2019

La Huella sobre la Arena.


    Hoy tarde,meditando sobre la Primavera que se nos acerca,me he dado cuenta de que nuestra
vida corresponde en todas sus etapas a un diseño de nuestra propia fabricación.
    A pesar de calentarme el cerebro con textos de Filosofía,esas lecturas que se dan con la diná-
mica de martillarte la cabeza,no ha existido iluminación de resultado de aquellos golpes. Por tan-
to,para explicar los fracasos de la vida,me acostumbré a mostrar factores temporales,el relato
normal autobiográfico está formado de esta manera: uno se deja fuera de culpa de casi todos los
conflictivos que ha realizado.
    En una comedia Británica,"Derek",el personaje principal encuentra un caracol en la playa. Se
da cuenta que el molusco ha dejado una larga huella sobre la arena,dejando un registro de su tra-
yecto,entonces se le ocurre trazarle una ruta posible con el dedo,un camino que es mayoritaria-
mente de curvas y luego vuelve al camino de inicio. Y queda esperando si el caracol se desorienta.
    Como tal,el experimento es muy interesante,pero no se da el resultado. Como se trata de algo
de ficción y no de un documental científico,basta con la iluminación,con el símbolo. Es parecido a
hacer "sapitos" en el agua con piedras planas. Hay algunos principios físicos involucrados,tanto
en el ángulo de desplazamiento de las piedras,la forma de ellas,como las ondas excéntricas que
se producen en la superficie del agua. Para un niño, le basta la magia del momento.
    En este sentido,cuando pequeños nos maravillábamos,en las tardes libres,con un curso de agua
ancho cerca y un montón de piedras elegidas en el camino. Cuando estábamos de lo más entrete-
nidos observando la habilidad de cada uno en sus "sapitos" en el agua,llegaba un adulto y nos
decía: "¿Saben por qué la piedra no se hunde inmediatamente,no?" ese era el primer paso,luego
venía toda una latera clase magistral.
    El tal libreto de fabricación propia que mencioné anteriormente es muy parecido al camino del
caracol. Más que con los deseos del individuo,está hecho con la imagen que éste cree proyectar
hacia la comunidad,en los demás,en su prójimo,que es una pantalla blanca donde uno ilumina su
propio rostro. No sé si los caracoles de mar tendrán conciencia y qué alcance tendrán,si es que
esa categoría existe en alguna parte,pero,en el caso de los humanos,con el último aliento se al-
canza a levantar la mirada lo mínimo para darse cuenta de ese cúmulo de libertades que queda-
ron diseminadas a lo largo del camino de la vida. Ese camino que es muy parecido a la huella
sobre la arena luminosa de baba de caracol.
    Hablando de mí mismo y por todos en esta crónica podría usar estos pensamientos:
    Nunca volví a la Capital a reencontrarme con viejos conocidos.
   Nunca fui a" Pichilemu" donde me ofrecían una casa-habitación.
   Acampando en el "Cajón del Maipo",no remonté una cascada para conocer la fuente de su
origen.
   No manejé hacia la costa,en una noche sin luna,para ver una noche estrellada.
    No cumplí mis sueños y los de nadie,tampoco presté mi imagen reflejada en un espejo,
nunca encontré el tesoro al final del arco iris,y nunca he visto un espejismo.

    Que Tengan Muy Buenas Noches.
    Que Descansen.

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