domingo, 19 de abril de 2015

Sobre la Vida y la Muerte.


Creo entender cada vez más a estos ancianos Maestros del Oriente que,avistando la proximidad
de la muerte,peregrinan durante bastante tiempo hasta encontrar un lugar adecuado para su trance
final. Quizás éste sea el único momento de la vida en que se justifican plenamente los ritos,los
actos simbólicos deliberados. Morir serenamente echado bajo un árbol en un campo perdido,o
en una playa en la que se tuvo alguna vez un momento de felicidad,es ciertamente más deseable
que hacerlo tiritando en una cama de hospital con un tubo metido por la tráquea,guías de suero
enchufadas en las venas y una horrible luz floruescente saturando las pupilas.
Roland Barthec (filósofo,escritor y ensayista francés) observó que todo el mundo se cree inmortal.
Claro,es posible que esto sea así por una cuestión de sobrevivencia de la especie. Si tuviéramos
demasiada conciencia de nuestra condición fugaz e insignificante,terminaríamos imposibilitados
de salir de nuestro dormitorio o bien nos largaríamos al desierto a esperar revelaciones de las
piedras y el polvo. Para que las cosas funcionen,para que el progreso se verifique y las generacio-
nes se sucedan eficientemente unas a otras,es necesario que los protagonistas de la Comedia
Humana no piensen demasiado,que tomen riesgos,que vayan hacia adelante con anteojeras,para
no mirar hacia los lados,sólo hacia adelante.
Con el ritmo cotidiano que solemos llevar,nada nos garantiza que la muerte nos llegará precedida
de algún anuncio,de alguna pista favorable. Nada,igualmente,nos asegura que para entonces
tengamos nuestras cuentas saldadas ni perdonadas nuestras ofensas. Si a mí me llegara en este
instante el ultimátum de "la hora señalada",tendría que abandonar este mundo escuchando un
programa de televisión que está viendo el hijo que está a mi lado; siquiera es un programa edu-
cativo e interesante (mi mujer está viendo "Realitys"..). Además,todas mis conciliaciones están
a medio hacer: no he sido claro, no me he dado el tiempo,algunas veces mi afecto es muy tibio,
he hablado muchas estupideces y he callado todo lo brillante que se ha esperado de mi.
En fin,lo que se quiere señalar es el hecho de que en nuestra cultura no existe una pauta para
enrolarse en los territorios preliminares de la muerte. No es un reproche: que no exista no signi-
fica que no nos la podamos proporcionar a nosotros mismos.
Esperar estas prevenciones de la Cultura es equivalente a esperar ayuda del Estado.
Supongo que habrá un rincón en el mundo donde exhalar el último suspiro no molestemos ni
alarmemos a nadie.
"Moriré en Buenos Aires,será de madrugada",profetizó Astor Piazzolla en una canción. Yo no
sé cuando me llegará,pero tengo visto dónde estaré a esperar que la Parca haga su trabajo: será
a orillas de un acantilado,sentado entre las rocas,con pinos moviendo lentamente sus ramas por
la brisa mientras el sol cae al atardecer (sería lo óptimo),tiñendo de rojo el mar. Sentir cómo las
olas rompen allá abajo y oler ese aire marino que te impregna los pulmones,mientras te vas yendo
 lentamente.

Que Tengan Muy Buenas Noches.
Que Descansen.

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