martes, 17 de noviembre de 2015

Plaga de Reprensiones.


  Dan tanta envidia las personas que pueden poner en altavoz el ruidoso caudal de las opiniones
ajenas y después seguir sus vidas como si nada: haciendo gimnasia bancaria o sus importantes
tareas domésticas. Nadie cree que sean indiferentes y prefieran desentenderse de esa multitud
de voces; más bien parecen tener el don de la impermeabilidad síquica,gracias a lo cual puede
prestarle atención a todo y aún así permanecer de lo más insensible. No es algo nuevo,por cierto.
  Aunque el insistente bombardeo de ideas y exabruptos es un fenómeno reciente,propio de
Internet y las Redes Sociales,el mecanismo de defensa ante tal ruido no es muy distinto de la
inmunidad que,antiguamente,les permitía a algunos pasar sanos y salvos entre las aburridas y
repetidas charlas de los taxistas y las estupideces de la mesa del lado,en algún restaurant.
  La diferencia entre el plano virtual y las conversaciones escuchadas en algún ascensor o en
el Bus es el auge del Sermoneo en todas sus formas,que desde el clásico estilo solemne y
purificador hasta su variante policíaca censuradora ha llenado todos los espacios,idéntico a la
actual plaga de polillas. A pesar que es evidente que las plataformas de comunicación digital
no son más que un espacio para el copucheo colectivo,en donde el uso de la palabra maneja
bajo las reglas de un inmenso karaoke simultáneo, muchos se lo toman muy a pecho y en ése
púlpito imaginario ven la oportunidad para hablar, golpeando la mesa, y dar cátedra de lo que
les venga en gana.
  Ahora mismo,no habían pasado más de algunos minutos desde los atentados en París cuando
habían aparecido legiones de espontáneos predicadores lanzando sus ideas sobre cómo se debe
reaccionar ante la tragedia. Les parecía molestar que hubiera gente que se compadeciera por
la matanza de inocentes y manifestara su solidaridad e incluso su cariño por Francia,en vez de
sentir de ésta o esta otra manera y sentir remordimientos por haber tenido la patudez de afligirse.
  Alzaban los brazos al cielo,con sus rostros rojos y las yugulares hinchadas,mientras aclamaban
a los cuatro vientos sus severos decretos y sus iluminados evangelios que,desde luego,juzgaban
como estupideces las emociones de los demás. Que el Orden Capitalista Internacional,que los
bombardeos en el Medio Oriente,que el arrodillarse ante el Colonialismo Europeo: no faltaba el
punto del cual agarrarse para decir que los demás están equivocados en su manera de considerar
una Masacre.

  Que Tengan Una Buena Tarde.

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