El Parte (esquela de malas noticias).

 Los famosos y nunca bien ponderados partes son lo único que va quedando de rezagos del
correo antiguo. Son cartas de odio,o más bien,de vigilancia,que le recuerdan al despistado
automovilista que la ciudad por donde transita no es suya. Son la muestra de que vivimos
pegados a una especie de escuela sin fronteras y que,cada tanto,debemos dar exámenes de
nuevo ante Jueces que deben aplicar la Leyes consideradas absurdas hasta por ellos mismos.
 Los partes son un impuesto al que no quieren llamar por su nombre. Y más aún: el "partero"
moderno tiene la ventaja de (a veces) no tener cara,de ser un puro papel,una esquela tiritando
en el parabrisas,como una de las tantas hojas de otoño perenne que nunca deja de engrosar
los bolsillos imprudentes de las arcas de las muy alegres Municipalidades.
 En esta breve exposición de todas las impaciencias,el automovilista no deja de pensar que
detrás de cada parte hay una gran sonrisa de satisfacción,una pequeña e innegable victoria
del agente de la Ley,cuyo secreto deseo es que haya más olvidadizos,más apurados,más
infractores,para así copar la cuota siempre inalcanzable de cartitas bajo la manga.
 Es eso finalmente lo que deja perplejos a los parteados. Se supone que el propósito de toda
Ley es lograr que todos la respeten. El ideal de todo agente del orden,entonces,sería ser
justamente innecesario. Pero esto casi nunca resulta cierto. El policía necesita al delincuente,
como el militar al violador de sus fronteras y el bombero a los incendios.
 En este caso,en particular,esa paradoja es aún más cierta. Da la impresión de que el número
de partes cursados,más que un oprobio asumido por todos,más que un problema de mal
conocimiento o mal uso de la Ley,fuese un logro más,como las cifras de una Gran Campaña
Solidaria,pero al revés en la que deberíamos,todos los años,cumplir la meta.
Pareciera que vivimos en "El Mundo de al Revés".
De repente,se me olvida que estamos en este País llamado Chile.

Que Tengan Muy Buenas Noches.
Que Descansen.