domingo, 19 de julio de 2015

Salvemos el "Peso Huacho".


 Si la otra vez fue el oído,ahora me dolía un dedo: no el del medio,gestor de tantos garabatos en
la vía pública,sino el dedo meñique. Lo supe o me recordó cuando sujeté muy mal un volumen
de Jorge Luis Borges. Después de armarme de paciencia y levantarme de amanecida para conse-
guirme un número,para que me viera un Médico en el Consultorio,que me recetó unos analgésicos
antiinflamatorios que no tenían en existencia en la farmacia. Obligado a desembolsar,total el
dolor del dedo ya me tenía chato. Me apersoné a la farmacia (la más barata) con receta en mano.
 Pagué con el último de color naranja que me quedaba. El vuelto (tomando en cuenta el descuento
de la caja) era de 1.431 pesos. El empleado me dio 1.430. Clavé en sus ojos una mirada de
cuchillo carnicero sin filo y oxidado. "No tengo el pesito",se disculpó. Ya estaba llamando al
número siguiente cuando,¡paf!,planté en el mesón mi abierta mano,sin darme cuenta que era la
mano con el meñique afectado,me dolió mas que el doble,pero la causa era doblemente justa.
 Borgues da para todo: su simbología es clarísima,totalitaria,sin medias tintas. En "El Aleph"
hay un ángulo,entre siniestras condiciones,donde se perciben la totalidad de las cosas que han
sido y serán. "Es el punto donde convergen todos los puntos". Otro cuento,"El Zahir",habla de
una única moneda que no es posible olvidar. Acuñada en Buenos Aires,valía veinte céntimos.
 Mi propio Zahir,aquí,vale un pobre y denostado peso Chileno,es liviano,tiene un color plateado
intensamente deslucido,casi siempre es el que aparece en el fondo de las lavadoras.
 Pero es un peso de buena ley.
 Sí,es uno solo,pero también es un peso general recurrente como el horario en tu trabajo pésima-
mente mal pagado. En fin,ni en los gratuitos sueños se consigue olvidar ese peso solitario (y para
ellas multiplicable) que las farmacias,y los supermercados,nos escamotean siempre que pueden.
 En dicha maniobra,el farmacéutico o el cajero (alegará ser un mandado del supervisor) utiliza
uno de los elementos de manipulación moral (o su nefasta combinación): esa donación que tanto
te abochorna rehusar,y por otro lado,la obvia minituarización del pesito huacho.
 Si no lo donas a la Fundación tres bolitas de guano o a los Curas construyendo su Iglesia,lo perde-
rás igual: en los cajones del dependiente no existen las monedas de un peso. ja,ja,ja! ¿qué es un
peso más o un peso menos,señor cliente?
 Veamos: para nosotros es siempre un peso menos; pero para la farmacia( que eleva sin asco el
precio de tus medicamentos) es siempre un peso más. Amarga o dulce asimetría,depende de qué
lado se mire. Mejor dicho,muchos pesos más,pues los enfermos son legión y tienen recaídas:
el cuerpo,máquina de concepción maravillosa,está hecho de materiales mediocres.
 Si eres débil de carácter,soltarás un "sí" cuando te aprieten: "¿donaría usted...?" y te irás tranquilo
acaso orgulloso. Dicen,claro,que así las farmacias,donando ellas,con tu dinero,rebajan sus impues-
tos. No me consta,está bien,pero me lo creo a ojos cerrados: es mi ingenuidad,de cualquier cosa
me convencen.
 "¿No tienes el peso?" pregunté malhumorado al vendedor. Y luego,ya efervorizado por la desgracia
(el dolor del dedo me ponía de pésimo humor) como el profesor White en Breaking Bad, susu-
rré en voz baja y silibante: "Tu obligación es tenerlo. Encuéntralo,o no me muevo de aquí."
 Vaya,me dije ¿en qué me estoy convirtiendo? ¿Serán los tiempos que corren?
 Ya lo sabes,enfermizo lector,nunca olvides,¡nunca! reclamar el peso huacho,para ellos multi-
plicable,que nos quieren quitar con guantes de goma. A reclamar para que no nos sigan robando.

Que Tengan Muy Buenas Noches.
Que Descansen.


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