jueves, 12 de febrero de 2015

Artimañas para Niños.


El viento caldeado de la tarde estival nos empuja a veces a lugares insospechados e,incluso
alguna que otra vez...inconfesables. Pero en fin, fue justamente una de esas brisas de popa
vespertinas la que nos llevó a recalar a un sitio bastante descriptible: una réplica de ciudad
(como si Santiago no fuera ya suficientemente réplica),pero de tamaño infantil,con tiendas,
edificios,cines,autos, camiones y gente que circula por esa urbe onírica donde nos sentimos
como Alicia en el País de las Maravillas tras haber dado un buen mordisco al hongo aluci-
nógeno. Niños entre dos y dieciseís años habitan,trabajan,comercian y sudan la gota gorda
en esta urbe tan artificial como La Serena,pero donde cada pequeño puede experimentar
hasta setenta profesiones diferentes (impostura que es bastante habitual también entre adultos)
mientras sus padres,en una sala especial,hacen una cosa "rarísima": se deleitan mirando sus
celulares,por cierto,varias veces más inteligentes que los usuarios,o se conectan a Internet
en superpantallas.
Se supone que este lugar llamado Insania o algo parecido,los mocosos aprenden el valor del
dinero y la importancia que tiene el trabajo para poder obtenerlo y luego malgastarlo,y así
sucesivamente,en esa eterna rueda que para los viejos no esconden ningún misterio.
Terminan sus faenas y van los petizos de compras,aprendiendo cuánta pega y cuánta lata
cuesta ganar la comida,la ropa,las tristes diversiones y cuán áspero es lograr llevar una vida
medianamente decorosa.
Los padres afuera,en tanto,experimentan una rara sensación de sadismo que se huele en el
aire,mientras sus hijos vuelven a trabajar para seguir comprando.
Es como si pensaran en voz alta: "Ahí tienen, ¿cachan ahora,cabros de mierda,que la cuestión
no es papaya?".
Aprovechando un inexplicable descuento a la tercera edad,que nos deja la entrada en cinco mil
quinientos pesos (menos mal que era descuento) nos adentramos estupefactos en esta micro
pesadilla lúdica,entendiendo que lo más cerca que estuvimos alguna vez de algo parecido a un
juego-negocio fue empuñando los dados del tablero del Metrópolis,cambiando láminas de
álbum raras por cinco "fáciles" o transando un tirito de porcelana por veinte de cristal.
Pero no nos dejaremos ganar por la nostalgia ni por la moralina al calificar este sitio bastante
realista,donde los niños parecen divertirse como chanchos en el barro. Los tiempos cambian y,
con él,los gustos,las ofertas,los colores. Sólo pensamos que,a estas alturas,al lugar le están
haciendo falta sectores más privados para que los peques puedan realizar algunos Pentamalabares
o llegar dateados manejando un Lexus hasta sectores eriazos que se puedan comprar como
Hectáreas Agrícolas para venderlos al otro día a precio de metro Urbano,haciéndose una pasada
de ésas que te dejan un dividendo millonario. Falta perfeccionar ese micromundo con rincones
donde los niños puedan experimentar la realidad con todas sus deliciosas colusiones y malicias,
sin olvidar las boletas emitidas por el canario o las declaraciones juradas por un pez cualquiera
del acuario de la casa.

Que Tengan Muy Buenas Noches.
Que Descansen.

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