martes, 10 de febrero de 2015

Empates y Desempates...Acuerdos y Desacuerdos.


Por estos días se habla mucho de una "Teoría del Empate",siempre con un aire de suficiencia
doctoral,como se tratara de un problema clásico de las Ciencias Políticas. Aunque qué sabe
uno en realidad: quizás existe esa teoría en algún rincón de la academia y hay todo un campo
de estudio al respecto. Lo cierto que aquí se la menciona más como una metáfora explicativa,
a la manera de la teoría del jarrón o la del desalojo. En ese sentido,la tal "Teoría del Empate"
no es más que una cierta regresión a la retórica que gobierna los dimes y diretes de la niñez,
representada entre borrachos adultos con la pregunta: "¿Y qué dijo el otro?". A diferencia de
los diálogos Socráticos,al "empatar"no se pretende llegar a la verdad sobre alguna situación,
sino fastidiar al contrincante. Al final,gana el más molestoso,pero gana por cansancio,sin
haber probado alguna inocencia.
Tal vez en otro tiempo,época de puertas cerradas,reuniones secretas y telefonazos,la teoría
del empate era muy válida,pero ahora parece un tanto anacrónica y contraproducente.
Los políticos buscan con ella salir del paso,sacudirse las manchas de su imagen,dejar que
pasen los días y,con ellos,vengan nuevas y mejores noticias a cubrir todo con un leve velo
de bruma matutina,pero se olvidan de que la llamada "Opinión Pública"no es la misma que
hace diez años. Los trapos sucios ya no pueden lavarse en casa,entre ellos,sino a pleno sol,
porque no están sucios con respecto al adversario,sino con respecto a la masa electoral.
cualquier intento de empatar es visto como manotazos de ahogado.
Ahora tenemos el "Nueragate",cuyo nombre cómico no alcanza para describir el festival de
desatinos en que ha incurrido el Gobierno y la Oposición ante un escándalo que ameritaba
algo más que la incompetencia. La Derecha,en un acto visceral,se lanzó como gato de campo
hacia el caso,pues le parecía un pez gordo y digno para empatar el impatable caso Penta.
El Gobierno,por su parte,adormecido como siempre,no tuvo mejor ocurrencia que "blindar"
al hijo de la Presidenta,explicando que nada había de irregular en sus negocios y que,por
lo tanto,su cargo en La Moneda estaba fuera de discusión. Es decir,ni la Derecha ni el
Gobierno han entendido que el "Nueragate" no es un escándalo entre ellos,sino una
provocación a los electores que esperan,antes que estas peleas de curados,alguna reacción
éticamente plausible.
Los asesores políticos están exagerados. Siguen manejando estos líos con la lógica del tira
y afloja,como si aún estuviéramos en la modorra de los noventa.
A estas alturas,hasta un solitario harakiri sería más valorado y premiado(piénsese nada más en
lo que hizo Iván Moreira por el caso Penta: dar la cara,sin un mísero logo de su partido detrás)
que la hipocresía con que los políticos siguen nadando de espaldas sobre el vómito general.

Que Tengan Muy Buenas Noches.
Que Descansen.

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