martes, 17 de febrero de 2015

...Hablemos de Festivales


En un noticiario mostraron las caras del público asistente a un Festival de Provincia (no sé
cual:no el de Viña en todo caso) y me pareció detectar en ese mosaico de gestos una presencia
importante de resignación...como gotas de grasa que flotaran en la homogénea superficie del
entretenimiento. Sólo ahora caigo en la cuenta de que ese tipo humano es una parte más o menos
estable del personal de todos los festivales veraniegos. No se trata de gente que no quiera estar
ahí o que lo esté pasando mal,sino de sujetos que dejan la impresión de estar ahí de oficio,por
órdenes superiores o por una suerte de consentimiento social. Están en la platea sin estar del
todo,como esos militares que a veces tienen que hacer acto de presencia en la premiación de
un  concurso literario o en el Homenaje Municipal a un Hijo Ilustre: en sus rostros no se ve ni
una sombra de displicencia,pero tampoco brilla alguna emoción reconocible.
Son,sin embargo,transparentes. Ahí,tan impasibles como se ven,expresan con solemnidad el
significado del Festival de Verano: un rito que renueva el contrato con la vida de Provincia.
Por Televisión uno ve un mero espectáculo,pero los lugareños asisten a un acontecimiento,
cuyo simbolismo guarda relación con la identidad y la preservación de la aldea. Si se trata de
entretención,sería mucho más práctico y efectivo organizar una especie de Lollapaloza pueble-
rino,con numerosos y diferentes escenarios que les garanticen pasar un buen rato a los jóvenes,
a los viejos,a los niños y a los adultos.
Pero el Festival de Verano los quiere a todos en el mismo recinto: en una misa ecuménica,a
fin de cuentas,resulta tan entretenido como eso.
Por eso resulta inimaginable hacer un festival en Santiago. En una ciudad grande como ésta,
donde los vínculos entre los habitantes y sus hábitats son difusos o se hallan concentrados en
las Comunas o Barrios,un festival veraniego de orden metropolitano no tendría un menor
sentido,a menos que se le diera algún carácter específico.
Puede haber,y de echo los hay por cantidades: Festivales de Jazz,de Cumbia,de Evangélicos,
de Poetas,de Música Contemporánea,de Teatros,de Circos,en Santiago uno puede encontrar
festivales de cualquier cosa,pero difícilmente podría haber uno "general",porque no hay razones
más allá de las aficiones o de los gustos,para prestarle atención a la generalidad metropolitana,
mucho menos desde el compromiso cultural e identitario. Piénsese en lo siguiente: la última
iniciativa Intercomunal exitosa fue la llamada "Fiesta del Melón con Vino".
En la Provincia los festivales,por lateros que resulten para gran parte del público,representan
una alteración de la monotonía,realizada en nombre de la aldea,del pueblo,de la ciudad; una
celebración casi religiosa de la localidad. Quizás por eso a menudo tienen un aire teatral,algo
un poco grotesco,como de película de Fellini: pareciera que no están ocurriendo en este mundo,
sino que en algún sueño,o pesadilla,en que la belleza y la fealdad son una misma cosa.

Que Tengan Muy Buenas Noches.
Que Descansen.

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